El jazz es para todo el año
Un tanto adormecido durante meses, el jazz nos explota en los festivales de estío. Las programaciones de este 2025 están ya anunciadas y protagonizarán un nuevo tsunami musical durante el próximo julio. «Retratos de jazz», simpático libro del veterano Haruki Marukami y el ilustrador Makoto Wada, es una oportuna introducción a la época dorada del género.

Art Blakey fue un notable batería con sus Jazz Messengers. En 1963 giraron por Japón y recalaron en Kobe, donde Haruki Murakami (Kioto, 1949) cursaba la escuela secundaria. El futuro escritor no sabía qué era la música jazz, pero sintió la curiosidad y asistió al concierto. Cuando oyó al percusionista, en comunión con otros grandes “mensajeros” del género, vivió una experiencia iniciática.
«Supongo que no llegué a entender apenas nada de la música que estaba escuchando. Era de una complejidad extraordinaria para alguien como yo, que se limitaba a escuchar rock and roll en la radio o en discos que compraba, y a cuyos oídos llegaba de vez en cuando, como mucho, alguien como Nat King Cole».
Recordaría también que «había dos temas que ya conocía, pero el modo en que fueron abordadas por los Jazz Messengers distaba mucho de sus respectivas versiones originales. No comprendía qué motivo había para romper y estirar y encoger la melodía de aquel modo tan caprichoso. ¿Qué necesidad había de ello? La idea de la improvisación me era ajena por completo (…). No entiendo bien qué es esto que estoy presenciando, pero se trata de una forma artística llena de nuevas posibilidades».
Su amor por los sonidos jazzeros se acrecentó de universitario: «Durante mi segundo año en la universidad trabajé en un modesto restaurante en el barrio de Kabukicho y respiraba el aire viciado del local desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana, cuando regresaba a mi apartamento, junto a borrachos que habían perdido el último tren de la noche anterior». En la zona estaba el pequeño bar Pithecanthropus Erectus, título de un disco del histórico contrabajista Charlie Mingus, antro preferido del joven aficionado.
En los años setenta, Murakami y su mujer, Yoko Takahashi, abrieron el pequeño club Peter Cat, «lo justo para que cupieran un piano de cola y un quinteto». Durante el tiempo en que regentaron el local, Haruki escribió su primera novela y aguantó el estresante trabajo porque «teníamos discos sonando constantemente y músicos jóvenes tocando los fines de semana. Si seguí así durante cinco años fue solo porque me permitió escuchar jazz de la mañana a la noche».
EL RITMO DE LA ESCRITURA
Con una rica colección de premios y nominaciones y eterno pretendiente al Premio Nobel, entre la larga lista de novelas, traducidas y vendidas con éxito internacionalmente, Murakami ha colado en sus obras constantes referencias a la música, en concreto al pop y al jazz, como en “Tokio Blues” o “1Q84”. Recordando al Julio Cortázar de “El perseguidor”, el escritor nipón más popular ha confesado que su manera de escribir se inspira en el uso del ritmo y la improvisación. En “Música, solo música” reunió personales conversaciones con su amigo Seiji Ozawa, exdirector de la Boston Symphony Orchestra, sobre cómo escuchar clásica con oídos nuevos.
A la par que su fonoteca aumentaba hasta unos diez mil LPs de jazz, en especial de los años cincuenta, el escritor recopiló experiencias sonoras que ordenó cuando recibió el encargo de comentar las cincuenta y cinco destacadas figuras del jazz ilustradas por su amigo, el pintor y director de cine Wada Makoto (1936-2019). Con un colorista estilo naïf, Makoto fue ilustrador de la portada de la revista literaria “Shūkan Bunshun” durante más de cuarenta años.
Los textos breves de su colaborador, en forma de crítica, comentario, disertación, vivencias íntimas y presentación de un LP concreto por cada artista se agruparon en el libro “Retratos de jazz”, que fue publicado en el año 1997, actualizado en 2001 y editado esta primavera en castellano y catalán por Tusquets/Empúries.
Una obra periodístico-literaria a base de retazos analíticos o descriptivos, de lectura amena, que arranca con el trompetista Chet Baker y y termina con el compositor-arreglista Gil Evans. La recopilación incluye cinco mujeres, todas cantantes, y un solo creador no norteamericano: el guitarrista de origen belga Django Reinhardt.
Makoto le sacaba trece años de edad a Murakami y se había prendido del jazz con la película “Nace una canción (A Song is Born)”, dirigida por Howard Hawks. Trataba sobre un conservador enseñante de música clásica que fue abducido por el jazz. Algo similar le ocurrió a Wada, quien dedicaría su habilidad pictórica a retratar y exponer colecciones sobre músicos. Ilustrador y escritor confesarían que pintaban o relataban tras haber escuchado las músicas correspondientes en su particular colección de vinilos.
AQUEL CHICO ABURRIDO
Los músicos ya mentados, más Lee Morgan, Horace Silver, The Modern Jazz Quartet, Dexter Gordon, Herbie Mann, Bill Evans, Ornette Coleman, Thelonius Monk, Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Art Pepper, Miles Davis, Stan Getz, Lester Young, Louis Armstrong… van protagonizando el libro en una particular colección, a veces poco convencional. La lista entera pertenece a la vieja guardia, con solo un par de los seleccionados aún vivos: Sonny Rollins y Herbie Hancock.
La particularidad de gustos de ambos protagonistas se refleja en opiniones polémicas como la del escritor: «Me gusta la selección de músicos por parte de Wada, porque intuyo que solo quien ama verdaderamente el jazz es capaz de hacerla, y coincido ampliamente con él. Hay algunos, como Keith Jarrett o John Coltrane, que están ausentes, pero eso dice mucho a favor de este libro. A cambio sí que están Bix [Beiderbecke] o [Jack] Teagarden».
Las vivencias esconden significativas anécdotas como cuando el aún joven futuro escritor fue a comprar “Prestige”, del pianista Red Garland, y el viejo dueño de la tienda le preguntó: “¿Cómo le interesa un disco tan aburrido a un chico tan joven? ¿Por qué no te llevas este y lo escuchas con atención?”. Y le pasó “By Monk By 5”, de Thelonius Monk. Conclusión: «Me lo llevé casi a la fuerza, pero tuve que darle la razón. Lo ponía muchas veces y nunca me cansaba de él».
VERANO 2025
El amable libro japonés es una buena introducción al mundo del viejo jazz antes de las grandes fechas de verano. El chupinazo lo lanzará el 48º Getxo Jazz, del 2 al 6 de julio, con Muxikebarri como centro neurálgico y una maciza programación. La primera fiesta será femenina con la animada organista Rhoda Scott y su Lady Quartet. Habrá más jazz vocal de mujer con Cecile McLorin Salvant. E instrumentistas incombustibles como el clarinetista-saxofonista Paquito D’Rivera, el también saxo Joe Lovano y el trompeta Dave Douglas. Con cada uno de esos recitales se celebrará el Concurso de Grupos. Las sesiones gratis al aire libre de Algorta proponen momentos igual de jazzies con el trombonista Matteo Paggi, el pianista Daahoud Salim, la violinista Èlia Bastida y los italianos Igor Senderov Quartet.
La cita alavesa llega también a su 48ª edición, del 14 al 19 de julio. Las sesiones vespertinas del Palacio de Congresos Europa, por obras en el Teatro Principal, mostrarán una geografía de creadores peninsulares con los gallegos Sumrrá, los locales Move, el pianista madrileño Álvaro Torres, el saxo cántabro Juan Sáiz, la saxofonista neoyorquina Sarah Hanahan y clausurará la iniciativa la trompetista oscense Milena Casado.
El polideportivo de Mendizorrotza volverá a ser el escenario principal con un plural cartel de sonidos. Primero, el miércoles 16, con un tributo al contrabajista Charles Mingus a cargo de Clasijazz Big Band, dirigida por el saxofonista valenciano Ramón Cardo. Las siguientes sesiones, dobles, las inauguraran las voces estadounidenses Jazzmeia Horn y José James. Habrá dos clásicos instrumentistas: el guitarrista Al Di Meola y el piano de Kenny Barron. Y la noche de clausura será brasileña, con la ecléctica cantante Dora Morelenbaum y su primer álbum “Pique”, más el alegre cierre de fiesta con Toquinho, referente de la bossa nova y el jazz tropical, con el acompañamiento habitual del guitarrista Yamandu Costa.
REDONDO JAZZALDIA
El patriarca de los festivales cumplirá sesenta años entre el 22 y el 27 de julio. El Kursaal ofrece seis fechas, que abrirá el británico Jamie Cullum, en su cuarta visita. La segunda jornada será muy pop con lo que queda de los pioneros The Beach Boys: Mike Love, único representante de sus miembros originales, y Bruce Johnston, que se integró a mediados de los sesenta. Habrá otro giro estilístico con el guitarrista flamenco Yerai Cortés, de quien se está presentando el documental que ha realizado el cantante C Tangana.
Debutará en el auditorio donostiarra el veterano jazz tropical del brasileño Hermeto Pascoal. Andrew Bird, cantante y violinista en formato de trío, se anuncia como “uno de los músicos más inclasificables, versátiles y originales de la música contemporánea”. Y la clausura celebrará el centenario del influyente pianista de Montreal, Oscar Peterson.
La plaza de la Trinidad ofrecerá cuatro sesiones dobles. Primero, con el saxofonista Steve Coleman y Five Elements, habituales del festival, y en la segunda parte, el vocalista Kurt Elling, apoyado por Yellowjackets, con un repertorio de los históricos Weather Report. En la segunda noche, el también habitual guitarrista Marc Ribot y su trío Hurry Red Telephone, más una grande del jazz vocal, Dee Dee Bridgewater.
El 26 es fecha para jazz maniácos con, un año más, el pianista Brad Mehldau, en trío, más el combo Kismet, del contrabajo Dave Holland y el saxo Chris Potter. Sureña será la clausura del domingo 27, prologada por el trío coliderado por el pianista Marco Mezquida y el guitarrista Chicuelo y la despedida del certamen con un homenaje al maestro Paco de Lucía.
La playa de Gros volverá a ser el espacio de la juerga con dos conciertos gratuitos por noche. Abrirá cartel Jamie Cullum, al día siguiente de su recital en el Kursaal. En la segunda mitad, el dúo norteamericano The War and Treaty, ganador de un Grammy por mejor disco de Blues Contemporáneo.
La popular cantautora guipuzcoana Anari estará en la segunda jornada, por delante del grupo EXTC que encabeza Terry Chambers, batería del en su día influyente grupo pop británico XTC. El día 25 habrá doble cartel vocal femenino: la cantante e instrumentista estadounidense Judith Hill y la joven intérprete parisina Crystal Murray, hija del saxofonista David Murray. La traca final seguirá siendo muy pop con los guipuzcoanos Bulego y los catalanes Sidonie.
Por las terrazas de la playa sonarán los grupos locales seleccionados este año y nombres como las cantantes Clare Martin y Jessie Gordon, el cuarteto de pianistas PianoForte, el reconocido saxofonista Lew Tabackin, la joven pianista catalana Jordina Millà o la flautista franco-siria Naissam Jalal.
Las tres matinales pianísticas del Museo San Telmo tendrán color galo: Baptiste Trotignon, Bojan Z y Pierre de Bethman. El día 26, Marc Ribot dará un solo de guitarra y voz. Y el 27, cierra programa el cornetista Kirk Knuffke. Las también matinales del Teatro Victoria Eugenia programan un año más el apartado de creadores españoles, con ocho conciertos en cuatro sesiones dobles. En el mismo escenario, Marc Ribot dará su tercer recital, en este caso como Ceramic Dog. Habrá también seis actuaciones en Chillida Leku, con la programación infantil, y las festivas reuniones vespertinas junto al puerto.
EL LARGO INVIERNO
Como ocurre con otras disciplinas, Jazzaldia refleja la diferencia entre el interés masivo por una propuesta artística en formato de festival o macro concierto y su mucha menor repercusión generalista el resto del año. La cita sociocultural colectiva, la tradición festiva, el eco masivo de esos eventos… son fuerzas tractoras que desaparecen en el día a día jazzero fuera del mes de julio. ¿Existen una escena local activa y una afición fiel que la sostenga?
Bajo cotiza el formato disco, para nostalgia de los Murakami de turno. Aguanta su labor la discográfica guipuzcoana Gaztelupeko Hotsak con recientes novedades como “Emeki”, del pianista bilbaino Rafa Aceves; “Denbora”, del batería ordiziarra Mikel Urretagoiena; o “Pausa”, del dinámico productor y batería de jazz de origen gallego, Hilario Rodeiro. Otra fresca muestra de jazz local es “Bloom”, segundo disco de la cantante durangotarra Irati Bilbao.
En el campo del directo, la realidad jazzera donostiarra parece la más contradictoria porque su festival es grandioso, pero la estela que deja es tenue. El cierre del club Altxerri fue un mazazo, pero la buena nueva es que, cuando este reportaje vea la luz, esté quizás ya reabierto de la mano de la promotora Events & Holidays. En ese hueco se ha colado el céntrico club privado Cantábrico, con conciertos de pago también para no socios. En el resto del territorio hay locales activos como 3 Taberna en Tolosa o Marina Txiki en Zarautz.
En Bilbo sigue incombustible Bilbaina Jazz Club Kultur Elkartea que programa recitales en el club Jazz On de Urazurrutia. El Consistorio propone Bilbao Distrito Jazz, ciclo invernal por centros municipales. Y existe el Jazz Cultural Theatre of Bilbao, animado por el pianista estadounidense Joshua Edelman.
En la capital alavesa se han celebrado esta primavera la novena edición de Jazz Vital y la programación Ondas de Jazz, a cargo del colectivo Asociación Jazzargia. El club Dazz Jazz, en Cuchillería, es un motivado escenario. Y en la provincia, lleva doce años funcionando el encuentro JazzHerrian Agurain.
JazzFermin irrumpió con fuerza en las fiestas mayores de la capital navarra. Se le renombró Jazz en San Fermín y ha ido perdiendo programación y presencia pública. Urtarrijazz es un interesante ciclo para músicos locales. En el Conservatorio y la Escuela Municipal se organiza el ciclo Música Mayazz. Durante el año están activos locales como el histórico Garazi de Calderería, donde se hacen las jams del Conservatorio, o La Rue, en San Francisco. Por el resto del territorio, el entorno del puente de Gares sirve de marco para Jazz Zubipean. Y en Lizarra existe el Ega Jazz.
Al norte del Bidasoa, Baiona añadió hace años un potente festival de verano junto a las murallas, pero se clausuró. Como eco de aquellos tiempos, el exitoso trompetista todoterreno Ibrahim Maalouf presentará su decimoséptimo álbum el 24 de julio en la plaza de toros. En septiembre se celebrará el duodécimo Anglet Jazz Festival. La escena de clubs cuenta con lugares como los baionatarras La Luna Negra o Kalostrape, Bizipoz en Donibane Lohitzune o Prohibido Biarritz Jazz Club.
AROMAS Y COLORES
En su libro, Haruki Murakami pide a quien lo lea «que sea comprensivo con mi punto de vista, en caso de no compartirlo, y que no le dé mayor importancia de la que merece, que es escasa, porque mi principal propósito como melómano es divertirme escuchando música y pasarlo bien escribiendo unas líneas acerca de eso que tanto me gusta. Nada me haría tan feliz como hacerle sentir al lector parte del placer que experimento cuando el tocadiscos se pone en marcha, la aguja cae sobre uno de mis viejos elepés de jazz y, arrellanado en mi poltrona, escucho la música que se disemina en el aire, al calor de mi madriguera».
Y rememora sus años más mozos cuando, tras su bautizo con la música en directo de los Jazz Messengers, recibió una sacudida interna: «En aquel concierto sentí algo especial que me impresionó y conmovió. Regresé a casa extasiado e impregnado de aquel aroma, de aquel color». Que ustedes disfruten de esas sensaciones, en verano o durante todo el año.

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